ESCUCHA ATENTAMENTE: ESTE SONIDO SE AUTODESTRUIRÁ INMEDIATAMENTE DESPUÉS

Por J.M. Costa

“El miércoles comenzó en la red una de las acciones más impactantes que han tenido lugar en ese medio. No solo en nuestro país, que eso ya tendría su importancia, sino a lo ancho, largo y profundo de la web. Una acción muy sencilla, pero que pone en cuestión toda una amplia serie de concepciones que damos ya por supuestas y, además, sitúa a cada persona que se acerca a ella en un conflicto emocional en una escala de intensidades que puede ir desde lo curiosamente paradójico a lo desgarrador.

Digámoslo ya, se trata simplemente de que cada vez que se entra en una página web en la cual se lee una despedida, suena un sonido que al finalizar se autodestruirá (se borrará de la página). Y así con cada una de los clicks en la página hasta que de los más de 1.200 sonidos que contiene (contenía) hayan desaparecido.

El párrafo más significativo tal vez sea: “Cada vez que escuches una de las mas de 1.200 grabaciones que en su día formaron parte de Escoitar.org, esta se borrará de la base de datos, desaparecerá como sonido que es, será de nuevo algo más que un archivo, será un acontecimiento”.

Hay una historia previa, sin la cual es perfectamente posible apreciar lo anterior, pero que sobre esta premisa tan sencilla va desplegando capa tras capa de ideas, de esfuerzos, de situaciones, de emociones… La historia comienza hace diez años, fecha de fundación de un colectivo nacido en Vigo que se hizo llamar Escoitar, formado por Xoan Xil, López Horacio González, Chiu Longina, Berio Molina, Julio Gómez, Carlos Suarez, Suso Otero y el madrileño Enrique Tomás.

Como su nombre indica, la actividad de Escoitar consistió precisamente en eso, en escuchar. Escuchar y grabar sonidos del entorno, extraerlos de dicho entorno y ofrecerlos de nuevo en diferentes configuraciones. Luego se describirán algunas de esas acciones, pero una muy fundamental en el trabajo de Escoitar ha sido la elaboración de un mapa sonoro de Galicia, uno de los más amplios de España y en gran medida inspiración para otros mapas sonoros regionales o locales. Un mapa sonoro contenido en la página que ahora irá enmudeciendo, un poco con el regusto patético que provoca el final de Hal 9000 en 2001 una Odisea del Espacio.

Esto del mapa sonoro se define casi a sí mismo. Se trata simplemente de grabar sonidos en cualquier ambiente, urbano o rural, industrial o agrario y luego subirlos a una especie de Google Maps aumentado con la localización de cada sonido. En el mapa sonoro han participado todo tipo de personas y a lo largo del tiempo se fue creando un repositorio de 1.200 grabaciones recogidas a todo lo ancho y largo de Galicia. Unas largas, otras cortas, todas con un nivel de calidad considerable.

Pero Escoitar tenía otras actividades. Una de ellas la realización de paseos sonoros en diferentes ciudades, como la Cartografía Sonora de Gijón (2010). La cosa consistía en ponerse unos cascos y a través geolocalización, hacer saltar secuencias de sonido grabadas previamente en cada uno de los lugares. El resultado era que uno pasaba con sus cascos por el cerro de Santa Catalina y escuchaba, en binaural, un botellón celebrándose allí mismo, que es lugar habitual. Solo que son las 12 de la mañana y no vemos a nadie que pueda producir ese ruido. Y no se sabe qué es más fantasmal, si el sonido sin su imagen o el lugar sonando sin que haya nadie.

Escoitar también estuvo junto a los murcianos Transnational Temps detrás de iniciativas que superan tanto lo gallego como lo español, como un Mapa Colaborativo del Exilio Español en México en el que se geolocalizan lugares y sonidos en torno a ese tema teniendo como base México D.F. La actividad de Escoitar ha tenido luego reflejo en otros lugares, muy en especial en Asturias a través de un Mapa Sonoru impulsado casi en solitario por Juanjo Palacios. Son solo un par de ejemplos.

En gran medida y con toda su carga conceptual, el mapa sonoro fue un éxito muy agridulce. El éxito es la misma propuesta, la forma de realizarla y la miríada de sonidos que pueden (podían) escucharse allí. Lo agridulce es que, aparte de grabaciones propias o de un circulo bastante reducido de gente allegada y activa o de la actividad que iba surgiendo de talleres, apenas se mapeaba nada.

Sencillamente, la gente aún no estaba por la labor de convertirse, no solo en oyente, sino también en agente. Y esto, en la concepción de las cosas por parte de Escoitar, no acababa de tener mucho sentido. Cabría pensar si en realidad no sería función de las instituciones públicas preservar los sonidos de la misma manera que se preservan las fotografías, aunque solo fuera desde un punto de vista antropológico o naturalista. No es así, el único centro español consagrado al arte y la naturaleza, el CDAN de Huesca, no tiene una sola grabación de campo en sus archivos.

Paradójicamente, en España se ha desarrollado desde hace años una de las más interesantes escenas europeas en este terreno con representación muy interesante en prácticamente toda la geografía. Pero cuando no existe la menor sensibilidad para entender que los sonidos forman parte de nuestro patrimonio como las fotografías, no habrá mucho que hacer más que a donde llegue el más desprendido voluntariado. Algo con unos límites.

Escoitar podía haber dejado coligada la página en el servidor y de esa forma se habría mantenido indefinidamente. Pero algo que se pretendía vivo no puede convertirse en una simple arqueología de la red. Lo mejor, consideraron, era su desaparición a manos de quienes desean informarse. Todo ello muy conceptual y también muy emotivo, porque no hay contradicción alguna entre ambos términos. Para quienes han colaborado con Escoitar o han colaborado en el mapa sonoro, la acción ha logrado conmover en serio. Da pena, rabia, alegría, frustración, ganas de pelear aún más… Quienes impulsados por lectura o informaciones en la red se acerquen por la página, sin mayor impulso que la curiosidad, pueden captar de inmediato el sentido de esta despedida.

El mismo día, el 20 de enero, en que Escoitar anunciaba su desaparición reclamando implícitamente la colaboración de cualquiera para borrar lo que antes cualquiera podía haber subido, uno de sus componentes, Xoan Xil López, leía su tesis doctoral. La finalizó poniendo un ejemplo de esta acción. El sonido que surgió en ese momento, de forma absolutamente aleatoria, fue la grabación de un entierro. Tanto el doctorando como el jurado permanecieron en absoluto silencio los cuatro minutos que duraba la pieza. Hasta que desapareció”.

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